Asentado sobre los cimientos de la antigüedad el Reino Hachemita de Jordania, dominado por el fértil Valle del Jordán, es un puente entre el mar y el desierto, el este y el oeste. Tiene una superficie de unos 98.000 kilómetros cuadrados, cubiertos en su mayor parte por el desierto y la estepa. El río Jordán corta la meseta en la frontera del oeste, desembocando en el Mar Muerto. Este río, el más importante del país, forma un profundo valle donde se encuentran la mayoría de las principales ciudades. Es la zona más montañosa del país. A partir de ahí y hasta los límites con Siria, en el norte, están los desiertos. Limita al noreste con Iraq, al este y sur con Arabia Saudita, al suroeste con el Golfo de Aqaba y al oeste con Israel.
Petra:
Petra se sitúa a 280 km al sudoeste de Ammán y es, sin duda, el lugar más grandioso de todo Oriente Próximo. Se trata de la antigua capital y necrópolis de los nabateos, nómadas originarios del norte de Arabia que se enriquecieron gracias al comercio de incienso y de especias. La ciudad, que cuenta con más de ochocientos monumentos, se despliega en un gigantesco circo rocoso, verdadero caos mineral surgido de la noche de los tiempos. Las fachadas monumentales, horadadas y esculpidas en la roca de arenisca roja, dan paso a tumbas y monumentos funerarios que parecen desafiar a la eternidad... y al visitante. Esta arquitectura rupestre, en la que se mezclan influencias grecorromanas, egipcias, orientales y tradiciones locales, es una apasionante lección de historia del arte. Los puntos fuertes: el Siq y el Jazneh. El estrecho desfiladero de arenisca roja, donde los acantilados alcanzan con frecuencia los 100 metros de altura, es la única vía de acceso. Esta sinuosa garganta conduce hasta el monumento más célebre de Petra: el Jazneh, también llamado la "Tesorería" (8462 a.C.), un monumento conmemorativo dedicado sin duda a una reina o un rey nabateo. La magistral fachada de esta "tumba-templo" de inspiración grecorromana, es ciertamente el recuerdo más impactante de un viaje a Jordania. El interior del monumento es de una sencillez sorprendente: tres puertas se abren a las estancias en la que se colocaban las sepulturas (loculi). La Ciudad Baja y las tumbas de la Jubta. Del centro de la ciudad antigua queda el teatro, el cardo máximo y el Qasr el Bint, el mayor templo de la Ciudad Baja. A los pies del acantilado de la Jubta se encuentran algunas de las obras maestras de Petra: no te pierdas la inmensa tumba de la Urna, transformada en iglesia en el siglo V de nuestra era, y la tumba de varias plantas cuya fachada de 46 metros de alto bate todos los récords. El alto de Zibb Attuf: este lugar de culto al aire libre se encuentra sobre un espolón rocoso; en él tenían lugar sacrificios y ofrece unas vistas fantásticas (se tardan unos 40 minutos en la ascensión). Desde las instalaciones de culto de los nabateos, prosigue por el sendero que baja al valle: este itinerario permite descubrir varias tumbas y triclinios (salas de banquetes funerarios) de entre los más interesantes de Petra (ver especialmente la tumba del soldado romano y el triclinio de enfrente). El Deir: después de 45 minutos de ascensión, entre gargantas y barrancos impresionantes, se llega al Deir (el "Monasterio"), uno de los edificios más famosos de Petra. Este monumento cultural horadado en un roquedo de arenisca amarilla data de inicios del siglo II de nuestra era. Su fachada es colosal (42 metros de alto por 45 de ancho), y está rematado con una gigantesca urna funeraria de más de 9 metros de alto. Con su frontón partido, que enmarca un tholos (templete circular), recuerda a la fachada del Jazneh, pero su decoración es más sobria. A diez minutos del Deir, en el extremo del macizo montañoso, alcanzarás el punto alto de la Araba: el promontorio rocoso ofrece una vista excepcional del valle de la Araba y más allá hacia el Neguev. Un panorama para no perdérselo.
El monte Nebo:
El monte Nebo (a 12,5 kilómetros de Madaba) es el lugar donde supuestamente se encuentra la tumba de Moisés. Se aconseja visitarlo por la mañana temprano (el lugar abre a las 07:00). El cielo aún permite contemplar las formidables vistas de la depresión del Jordán y el Mar Muerto, antes que la fuerte evaporación de sus agua suma el paisaje en una bruma espesa. A lo lejos, sobre las colinas de Judea, en ocasiones se divisa la zona alta de Jerusalén. El memorial de Moisés, uno de los santuarios más venerados de Jordania, se compone de los restos de la basílica, edificada por los monjes en el siglo VI, que incluía edificios más antiguos. El coro pertenecía a la primera iglesia (de tres ábsides), edificada en el siglo IV, en memoria de Moisés. En el baptisterio-diaconicón se encuentra el mosaico más hermosos (fechado en 530) que ilustra escenas campestres (observa el detalle singular del personaje negro que tiene atado un avestruz). Otro baptisterio presenta también un bonito mosaico en el que se alternan ovejas y árboles frutales, mientras que la capilla de la Theotokos, dedicada a la Madre de Dios, ha conservado un pavimento que representa gacelas, toros y símbolos cristianos.
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